miércoles, 15 de mayo de 2013

Cuenta la leyenda...



Hubo una vez una isla donde habitaban todas las emociones y sentimientos humanos, un día el Conocimiento convocó una reunión para decirles al resto que la isla se hundía, las emociones no podían llegar a creérselo, el Conocimiento no se equivocaba nunca. El Conocimiento les aconsejo que crearan su propio medio para salir de la isla un barco, un bote o una balsa, todos se pusieron manos a la obra excepto el Amor. Se quedó días i días dando vueltas por toda la isla lamentándose que había sido culpa suya, que no podía vivir sin esta isla, que había vivido millones de momentos aquí, que no podía abandonarla sin más. El Amor pensaba que la isla se hundiría un poco y después volvería a su estado natural. Todos los demás se fueron.
El amor estaba desconsolado, solo lloraba y sufría porque su isla desaparecería… Finalmente el Amor se dio cuenta de que si se quedaba en esa isla iba a desaparecer con ella, pero ya era demasiado tarde no podía hacer ningún bote, barco o balsa y se quedó en la parte más alta de la isla y observaba a sus compañeros como se iban, el Amor les pedía ayuda pero ellos no se la daban, hasta que de la nada apareció un viejecito que no lo conocía de nada y sin pedirle nada a cambio ni siquiera explicaciones le dijo que subiera al bote y lo llevó hasta la isla más próxima, cuando el Amor fue a agradecérselo el viejecito ya no estaba se había marchado. El Amor muy intrigado fue a preguntarle a la Sabiduría quien podía ser ese viejecito i la Sabiduría le respondió:
-Él es el único capaz de conseguir que el amor sobreviva cuando el dolor de una pérdida le hace creer que es imposible seguir adelante. El único capaz de darle una nueva oportunidad al amor cuando parece extinguirse. El que te salvó , Amor, es el Tiempo.

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